Según un estudio elaborado por el Institute for Global Health Sciences, si México hubiera tenido un desempeño promedio en el manejo de la epidemia de Covid-19, se habrían evitado alrededor de 190 mil muertes por todas las causas en 2020.
Según el estudio “La respuesta de México al Covid-19: Estudio de caso”, el país fracasó en su respuesta a la pandemia en relación con países comparables al tener una de las tasas más altas de casos y muertes por Covid-19.
“Las tasas de mortalidad entre pacientes hospitalizados con Covid-19 son muy altas, alrededor del 50 por ciento en el IMSS, y no han disminuido sustancialmente durante la pandemia.
“Los casos y muertes se han concentrado desproporcionadamente en los municipios con mayores niveles de marginación socioeconómica, especialmente en las zonas urbanas”, indica.
De acuerdo con esta investigación, además, la escasez de pruebas implica que el subdiagnóstico y el subregistro de las muertes por Covid-19 es muy sustancial.
“Una encuesta de seroprevalencia apunta a fallas en la vigilancia epidemiológica y en el control de la pandemia. Un número excepcionalmente elevado de infecciones no se detecta, aproximadamente una de cada 30”, reporta.
El estudio establece que la evidencia disponible apunta a una alta proporción de muertes extrahospitalarias, alrededor del 58 por ciento, grandes desigualdades en el acceso a pruebas y atención médica, una gran variación en la calidad de la atención y una carga muy desigual de la enfermedad entre regiones y grupos sociales.
Esto se debe a que las proyecciones del Gobierno sobre el curso de la pandemia y las expectativas sobre las probables consecuencias de la emergencia fueron demasiado optimistas, infundadas y condujeron a una planificación deficiente.
“Una buena gobernanza implica la formulación y aplicación de políticas en beneficio del público. Necesita de fortaleza institucional y liderazgo eficaz. Los países que gozan de ambas condiciones, como Nueva Zelanda y Noruega, han tenido un buen desempeño durante la pandemia.
“A la inversa, un liderazgo deficiente e instituciones debilitadas son, obviamente, una mala combinación; desafortunadamente, México es un ejemplo de ello. Pero incluso en lugares con instituciones sólidas, como Estados Unidos, un mal liderazgo tuvo consecuencias desastrosas en 2020”, establece el estudio.
En el prefacio de la investigación se reporta que no es una coincidencia que los países con el peor desempeño en su respuesta a la pandemia de Covid-19 tengan “líderes populistas”.
“Tienen rasgos en común, como minimizar la gravedad de la afección, desalentar el uso de mascarillas, priorizar la economía sobre salvar vidas y negarse a unir fuerzas con oponentes políticos para desplegar una respuesta coherente. También han interferido activamente en la implementación de políticas sanitarias sólidas, por razones políticas.
“Las consecuencias en términos de vidas humanas han sido devastadoras. Por lo tanto, es necesario instituir algún nivel de responsabilidad política por un liderazgo y un desempeño deficientes”, advierte Jaime Sepúlveda, director ejecutivo de esta institución